Sofá de lectura

Plan de Lectura del IES Izpisúa Belmonte - Hellín

24 dic 2009

Navidad en Ganímedes

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Si quieres leer el cuento pulsa sobre la imagen.




18 dic 2009

Feliz Navidad

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9 dic 2009

Cinco palabras

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En el blog Re(paso) de lengua del amigo Toni Olano he encontrado esta interesante actividad que intentaremos hacer nosotros. Se trata de un ejercicio que, aprovechando un texto de Bernardo Atxaga, permite ejercitar el estudio del sustantivo y del texto descriptivo. Esta es la ficha:

Actividad de descripción




La actividad tenía en origen los siguientes pasos:

-Selección de los sustantivos vinculados al recuerdo personal del estudiante.
-Redacción de un borrador con el texto de Atxaga de modelo.
-Revisión de los profesores.
-Redacción en limpio en la libreta.

Pero, en lugar de quedarse ahí, decidieron grabar los resultados con Audacity , cuando grabaron el mp3, lo subieron a un sitio público de sonidos y canciones, como Goear y en Goear se puede obtiener el código de inserción para incrustarlo en el blog.

Para tener éxito hay que echarle un poco de vicio. Los problemas con Audacity se pueden solucionar con el tutorial de Lourdes Barroso.

Además, las grabaciones hechas en el IES Bolavar están disponibles para quienes quieran oírlas en un blog que nos puede servir de guía, aquí tenéis un ejemplo.



¿Seremos capaces nosotros de hacerlo?

7 dic 2009

Análisis de una noticia: "Madres en el mundo natural"

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Como ejemplo de lo dicho en la entrada anterior puede servir la siguiente actividad (se puede mejorar su elaboración).

Te proponemos hacer una actividad diferente: utilizar los medios de comunicación (los periódicos) para aprender.
Para conseguirlo tendrás que leer con detenimiento la noticia y después realizar las actividades que encontraras en la ficha de actividades.

Noticia:
"Madres en el mundo natural"
Actividades: abrir
ficha de actividades

6 dic 2009

Mediascopio prensa

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En la página del MEC he encontrado este proyecto que parece interesante. Nos puede ayudar a realizar actividades de lectura en los diferentes niveles, al mismo tiempo que potenciamos el desarrollo y adqusición de algunas de las famosas competencias

¿Qué es?

La educación del siglo XXI integra contenidos y orientaciones que buscan desarrollar en el alumnado habilidades imprescindibles en la era digital, tales como la capacidad de leer textos, comprenderlos y expresar las ideas de forma clara y simple; la búsqueda crítica y selectiva de información; la capacidad de pensar independientemente, de expresar la propia opinión mediante argumentos válidos y de resolver problemas generando nuevas ideas.

El Ministerio de Educación, en el contexto del convenio con la Asociación de Editores de Diarios de España (AEDE), ha puesto en marcha el Proyecto de Fomento de la Lectura de la Prensa Escrita en el aula, que intenta ofrecer a la comunidad educativa recursos para el desarrollo de estas habilidades.

Se considera que el fomento de la lectura de la prensa escrita en el aula es una buena herramienta para que, a partir del análisis de la actualidad, el alumnado desarrolle su conciencia ética frente a la realidad del mundo actual y adquiera unos valores cívicos fundamentales. Igualmente, se espera que el fomento de la lectura de la prensa escrita en el seno familiar favorezca la participación de la familia en tareas educativas tan importantes como las de incitar a un uso adecuado y saludable de los contenidos que ofrecen los diferentes medios de comunicación.


Si queréis conocerlo entrar en este enlace:Mediascopio prensa

25 nov 2009

Wilt. Un libro divertido y desenfadado.

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Wilt es un profesor de formación profesional que no consigue ascender año tras año. A la vez, tiene una relación especial con su esposa, Eva. Tan especial, que continuamente pasan por su cabeza ideas de todo tipo para mejorar la relación.
Tom Sharpe fue considerado como un de los mejores novelistas de humor de los 70-80 en Gran Bretaña.

WILT
Autor: TOM SHARPE
Editorial: ANAGRAMA BOLSILLO
Fecha de publicación: 2009.
Edición: 16.
Número de páginas: 252.

Aquí os dejo un fragmento del libro. También se puede descargar (con una sencilla búsqueda) en formato Word (por si no estáis decididos a comprarlo).


—Lo que pasa con Wilt, en mi opinión, es que le falta empuje —dijo el jefe del Departamento de inglés que era, por su parte, un hombre débil que tendía a enfocar y resolver los problemas con un grado de error que compensaba su falta natural de autoridad.
El Comité de Ascensos asintió con un gesto global de cabeza por quinto año consecutivo.
—Quizá le falte empuje, pero es un individuo comprometido —dijo el señor Morris, librando su combate anual desde la retaguardia en favor de Wilt.
—¿Comprometido? —preguntó con un bufido el jefe del Departamento de Abas-tecimiento—. ¿Comprometido con qué? ¿El aborto, el marxismo o la promiscuidad? Ha de ser con una de esas tres cosas. Aún no he conocido ni a un solo profesor auxiliar de Humanidades que no fuese un chiflado, un pervertido o un revolucionario radical, y muchos de ellos eran las tres cosas...
—Bien, bien —dijo el jefe del Departamento de Ingeniería Mecánica, en cuyos tornos un alumno chiflado había fabricado varias bombas de tubería.
El señor Morris se encrespó.
—Admito que uno o dos profesores auxiliares han sido... en fin... un poco exaltados políticamente, pero rechazo la imputación de que...
—Dejemos las generalidades a un lado y volvamos a Wilt —cortó el subdirector—. Decía usted que es una persona comprometida.
—Necesita aliento —dijo el señor Morris—. Demonios, el hombre lleva diez años con nosotros y aún sigue en el Grado Dos.
—Eso es precisamente lo que quiero decir yo cuando digo que no tiene empuje —dijo el jefe del Departamento de Inglés—. Si se hubiese merecido un ascenso, ya se le habría nombrado profesor titular.

—He de decir que estoy de acuerdo —dijo el jefe del Departamento de Geografía—. Un individuo que acepta pasar diez años con Instalaciones de Gas y Lampistería es evidente que no tiene condiciones para desempeñar un puesto administrativo.
—¿Tenemos que ascender únicamente por razones administrativas? — preguntó cansinamente el señor Morris—. Da la casualidad de que Wilt es un excelente profesor.
—Si se me permite un comentario —dijo el doctor Mayfield, Jefe del Departamento de Sociología—, en este momento es vital que tengamos en cuenta que, dada la introducción inminente del título de licenciatura especial conjunta en Estudios Urbanos y Poesía Medieval, título cuya aprobación provisional por el Consejo Nacional de Títulos Académicos tengo el placer de anunciar, al menos en principio, mantengamos una actitud viable en cuanto al personal en lo que respecta a los profesores titulares, adjudicando plazas a candidatos con conocimientos especializados en esferas determinadas de la actividad académica en vez de...
—Si se me permite interrumpir sólo por un momento —dijo el doctor Board, titular de Idiomas Modernos—, ¿quiere usted decir que deberíamos tener puestos de profesores titulares para especialistas muy cualificados que no saben enseñar en vez de ascender a profesores auxiliares sin doctorado que sí saben?
—Si el doctor Board me hubiese permitido continuar —dijo el doctor Mayf— habría podido entender que lo que yo decía...
—Dudo que —continuó el doctor Board—, prescindiendo de su sintaxis...
Y así por quinto año consecutivo se olvidó el ascenso de Wilt. La Escuela de Artes y Oficios Fenland se estaba ampliando. Proliferaban los cursos nuevos y aparecían más estudiantes con menos cualificaciones para que les enseñasen más profesores con más cualificaciones, hasta que un día la escuela dejase de ser una mera Escuela de Artes y Oficios y ascendiese de estatus pasando a ser Escuela Politécnica. Era el sueño de todo jefe de departamento y mientras tanto se ignoraban el amor propio de Wilt y las esperanzas de Eva Wilt.
Wilt se enteró de la noticia justo antes de comer en la cantina.
—Lo siento, Henry —dijo el señor Morris cuando hacían cola con sus bandejas—, es esta condenada presión económica. Tuvieron que hacer una reducción hasta en Idiomas Modernos. Sólo hubo dos ascensos.
Wilt asintió con un cabeceo. Era lo que había llegado a esperar. Un departamento inadecuado, un matrimonio inadecuado y una vida inadecuada. Se llevó sus filetes de pescado a una mesa de un rincón y comió solo. A su alrededor otros miembros del personal discutían las perspectivas del Nivel A y quién se sentaría en el Comité de curso al año siguiente. Enseñaban Matemáticas o Economía o Lengua, materias que contaban y donde el ascenso era fácil. Humanidades no contaba y no se planteaba el ascenso. Era así de sencillo. Wilt terminó su almuerzo y subió a la biblioteca de libros de referencia a buscar insulina en la farmacopea. Tenía entendido que era el único veneno indetectable.
A las dos menos cinco, sin saber más que antes, bajó al aula 752 a ampliar la sensibilidad de quince aprendices de carnicero, designados en el tablón de horarios como Carne Uno. Como siempre llegaron tarde y borrachos.

21 nov 2009

Por qué creemos en cosas raras

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Interesante libro que podéis encontrar en la biblioteca del centro. Podía ser de lectura recomendada para los asistentes a congresos "paranormales" recientes.
Especialmente significativas para los "lumis" del último segundo son las páginas referentes al famoso fenomeno ECM (experiencias cercanas a la muerte)¡qué miedo da el miedo!

Por qué creemos en cosas raras
Pseudociencia, superstición y otras confusiones de nuestro tiempo

Shermer, Michael
Colección: Trayectos
Número colección: 105
Traducción: Amado Diéguez
Encuadernación: Rústica
ISBN: 97884-84284222
Páginas: 520

Las ideas más peregrinas tienen hoy que adoptar una vestidura «científica» para obtener credibilidad. No son ahora extrañas las «pruebas» de abducciones extraterrestres o de poderes telepáticos o los «documentos» que respaldan que el Holocausto nunca ocurrió. Schermer se interna en ese mundo de profetas y visionarios, fundamentalistas religiosos e «historiadores» racistas, y nos ofrece un análisis de sus credos y métodos, que desmonta pieza a pieza, aplicando nada más que el pensamiento científico.

Darwin y Humboldt

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Departamento de Ciencias Naturales. Libros de lectura 2º E.S.O. para el primer trimestre



Libro 1: DARWIN el viajero
Charles Darwin no fue un niño corriente. Era capaz de coleccionar cualquier cosa que se le pusiera a tiro. Y cuando la gente pensaba que ya no le quedaban más escarabajos ni…

Libro 2: HUMBOLDT el explorador
Humboldt era inquieto por naturaleza. Nació rico, barón y encima vivía en un palacio, pero en lugar de tumbarse a la bartola y no dar ni golpe, se gastó su fortuna...




Libro 3: El ayudante de Darwin

El barco Beagle zarpa de Inglaterra en 1831 para hacer un viaje alrededor del mundo que cambiará la historia. A bordo van Charles Darwin, un joven naturalista de 22 años, y Syms Covington, grumete de 15 años que trabajará para él ......




19 nov 2009

21 relatos sobre el acoso escolar

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Ana Alcolea, Montserrat del Amo, Elia Barceló, Lola Beccaria, Martín Casariego, Agustín Fernández Paz, Carlo Frabetti, Espido Freire, Ricardo Gómez, Alfredo Gómez Cerdá, César Mallorquí, Andreu Martín, Gustavo Martín Garzo, Gonzalo Moure, Emilio Pascual, Rosa Regàs, Marta Rivera de la Cruz, Jordi Sierra i Fabra, Care Santos, Lorenzo Silva y el ilustrador Carlos Giménez unen sus voces contra el acoso escolar.

20 autores imprescindibles unen sus voces en otros tantos relatos inéditos que nacen contra el acoso escolar.
21 relatos contra el acoso escolar llega dentro de la colección Gran Angular de Ediciones SM, ideado y dirigido por Fernando Marías y Silvia Pérez, como una llamada de atención a los problemas de acoso que sufren muchos chicos y chicas -y también profesores- en su paso diario por las aulas. Veinte escritores y el ilustrador Carlos Giménez se han unido para narrarnos otras tantas historias, cada una diferente, pero todas realistas y enfocadas hacia el mismo tema: mostrar los distintos tipos de acosos que pueden darse y denunciar a aquellos que atemorizan, usando la amenaza y la violencia, a sus semejantes dentro del ámbito escolar. Un libro no solo para los jóvenes, sino recomendado también para padres y educadores.

17 nov 2009

Actividades del Plan de Lectura

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Durante la segunda semana de noviembre realizamos diversas lecturas con los alumnos de la ESO. Todos los cursos leyeron textos a la misma hora (el miércoles 11, a sexta hora) relacionados con los temas siguientes:

1ºESO: Higiene personal.

2ºESO: Drogas y Alcohol.

3ºESO: Educación sexual.

4ºESO: Consumo responsable.


Estas lecturas las seleccionamos de distintos libros de Orientación de la Editorial SPV.




7 nov 2009

La noche no tiene paredes

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Un poco de poesía para el sofá.

Un nuevo libro de poemas de Caballero Bonald, Premio Nacional de Poesía.
Esta nueva entrega poética, compuesta por un centenar de poemas, suponen, al decir del propio Caballero Bonald, una suma de últimas voluntades. En ella, el poeta trata de profundizar en una nueva noción de la poesía como una búsqueda de los límites de las palabras, en un nuevo acto de lenguaje concebido como un método de conocimiento de la propia identidad, vinculado especialmente a lo que podrían llamarse las zonas prohibidas de la experiencia.




TIEMPO DE LOS ANTíDOTOS

La edad me ha ido dejando
sin venenos, malgasté en mala hora
esa fortuna,
¿qué más puedo perder?

Llega el tiempo ruin de los antídotos.
Materia devaluada, la aventura
disiente de ella misma y se aminora.

Ya sólo quedan rastros de peligros,
una zona prohibida apenas frecuentada,
la pauta exigua de lo inconfesable,
cierto amago fugaz de furia y desacato.

La osadía de bordes delictivos,
los deseos gastados
en los bruscos dispendios de la infidelidad,
la virtud y su inercia depravada,
el amor consumiéndose
como un licor impuro, la excitante
trastienda de la noche,
¿qué se hicieron?

Los años, ay de mí, me han desmentido.

3 nov 2009

El libro de las maravillas

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Lectura propuesta por el Departamento de Biología y Geología.


Los viajes de Marco Polo, conocido también como El libro de las Maravillas o Il Milione fue escrito por Marco Polo, mercader y explorador veneciano quien, junto con su padre y su tío, estuvo entre los primeros occidentales que viajaron por la ruta de la seda a China, en las postrimerías del siglo XIII. Se trata de un detallado relato de sus viajes por las entonces desconocidas regiones del Lejano Oriente.






XCVII

De cómo el gran señor acuña moneda

También es Cambaluc la Ceca del gran señor. Arreglolo de tal manera que el Gran Khan posee el secreto del alquimista más avisado. Hace acuñar monedas del modo siguiente: toman la corteza de los árboles (moreras por lo general, de las que el gusano de seda devora la copa), y de la membrana que hay entre la corteza y el tronco suelen hacer una pasta como la del papiro, de color muy moreno, casi negro. A estos papeles o tarjetas las hace cortar de varios tamaños, por lo general como tarjetas largas y estrechas. Una pequeña, a la cual le da el valor de la mitad de un sueldo; otra mayor, que vale un sueldo; otra de medio ducado de Venecia, y otra de dos ducados, y otra de cinco, y otra de diez. Otra hay que vale un bizancio, y otra de tres bizancios, y así hasta diez bizancios. Todos estos papeles o tarjetas son sellados con el signo del Gran Khan. Hace fabricar tal número de ellos, que puede comprar fácilmente todos los tesoros de la tierra. Y una vez estampillados, los hace repartir por todas las provincias, reinos y señoríos y paga con ellos todas sus cuentas. Nadie puede desechar esta moneda, so pena de muerte. Y todos los mercaderes toman esos papeles en pago de sus mercancías y con ellos se pagan las perlas, las joyas, el oro y la plata. Y el papel que vale diez bizancios no pesa ni uno. Y mientras varías veces al año llegan los mercaderes con perlas, piedras finas, oro y plata, el gran señor llama a 12 sabios que son los elegidos para estas cosas y son muy duchos en la materia, les manda que examinen las cosas que traen los mercaderes y que las justiprecien y les paguen lo que valen. Y estos 12 barones les pagan el precio en esa moneda de papel.

Los comerciantes lo aceptan con gran placer, porque con ellas pueden a su vez comprar cuanto quieran. Y así el Gran Khan hace pagar con esas tarjetas mercancías que valen sus 400.000 bizancios.

Y una vez al año se publica un bando diciendo que todos los que posean oro, piedras y plata lo lleven a la Ceca y le serán trocados por ese papel moneda. De esta manera el gran señor acumula tesoros incalculables de plata, oro y piedras finas.

Cuando estos papeles se rompen, o ensucian, o deterioran, se los llevan a la Ceca, donde los cambian por nuevos con una disminución del 3 por 100. Y cuando un hombre quiere adquirir un cinturón de oro, una vajilla de plata o joyas y preseas se va a la Ceca del Gran Khan y le lleva los papeles en pago del oro y plata que compra al barón que dirige la Ceca.

Y ya veis cómo el gran señor puede tener, y tiene, los mayores tesoros del mundo.

Os he contado de las cosas referentes a la moneda, y ahora os contaré de la nobleza y señorío.


...

2 nov 2009

El libro de la caza de las aves

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Lectura propuesta por el Departamento de Biología y Geología.

El Libro de la caza de las aves fue escrito allá por el siglo XIV por Pedro López de Ayala. Poeta, historiador, prosista y canciller, López de Ayala nació en Vitoria en 1332 y murió en Calahorra en 1407. Aunque su obra más famosa sea tal vez el Rimado de palacio, también escribió libros de crónicas, realizó traducciones de los clásicos, etc. En su Libro de la caza de las aves trató de recoger todo el conocimiento práctico que había acumulado acerca del arte de la cetrería.


Capítulo I

De las aves que son llamadas de rapiña, así como azores, halcones y gavilanes, esmerejones y alcotanes

De cada día vieron los hombres cómo, naturalmente, unas aves toman a otras y se ceban y alimentan de ellas, y las tales aves son llamadas de rapiña: así como son águilas, azores, halcones, gavilanes, esmerejones, alcotanes y otras.

Y estas dichas aves, salvo el águila, nunca comen otra carne si no fuere de aves que ellas por sí toman y cazan; pero el águila cuando no puede tomar o cazar algún ave de las que acostumbra tomar o cazar, torna a tomar liebre, o conejo, o cordero pequeño, y aun viene al perro muerto, por la gran glotonería que en ella hay.

Y hay, también, otras aves que algunas veces se ceban de las aves que toman, pero comúnmente sus viandas son carnizas de bestias muertas, así como son los cuervos carniceros, que muchas veces toman aves vivas, pero su caza natural es carniza de bestias muertas y de aquello tienen su mantenimiento.

También hay otras aves que se cuentan entre las rapaces y toman y cazan aves vivas, e igualmente toman y se ceban de ratones y de tales cosas que se crían en la tierra; y entre ellas están las atahormas y budalones y aguiluchos.

En todas las aves de rapiña son mayores las hembras que los machos.

Y hay otras aves que su mantenimiento sólo es de carnizas, y no toman aves vivas, así como buitres, abantos, quebrantahuesos.

Hay otras aves que su mantenimiento es de carnizas, gusanos de la tierra y frutas, así como son cornejas, picazas, y otras.

También hay otras aves que su mantenimiento es de simientes, así como avutardas, grullas, perdices, palomas, tórtolas, pájaros.

Y también hay otras aves que su mantenimiento es de pescados, así como águila pescadora y alcatraces y otras aves de mar. Y hay otras aves que andan ribera de las aguas y su mantenimiento es peces menudos y gusanos de los que se crían en el agua y fuera, en las hierbas; son ánades, cisnes, ánsares bravas y otras.

Así pues, las hay de muchas maneras y diversidades y de diferentes alimentaciones, pero de todas las aves las más limpias son aquéllas que solamente se alimentan y mantienen de aves vivas, y cada vez que se quieren cebar toman ave viva, y desde que se han cebado de ella no cuidan de lo que queda y aunque al otro día lo hallen, no se preocupan sino de buscar y cazar otra ave viva para su comer. Y estos son azores y halcones, gavilanes, esmerejones, alcotanes.

Tales aves como éstas decidieron a aquéllos que esta arte hallaron, a tomarlas, amansarlas y hacerlas conocidas al hombre, y tomar con ellas las otras aves bravas, y no solamente tomar con ellas a aquellas aves y presas en aquella manera que la naturaleza les otorga; mas con el trabajo y sutileza del cazador, tómanse otras aves y presas, y por más extrañas formas que solían tomarlas. Así como el balcón toma la garza alta en las nubes, perdida de vista o toma la grulla yendo alta por el aire, y así otras aves, en muy extraña manera; lo que nunca tomaran si no fuese por la maestría y sutileza del cazador.

Por esta razón los señores y los que tomaron placer en tal caza buscaron hombres maestros y sabios y de buen tiento, y de gran paciencia para ordenar, y guardar, y cazar con las tales aves. Pues aunque los señores y aquéllos a quienes esta tal caza pluguiese, tuvieren gran placer en poseer tales aves, y cobrarlas, y poderlas tener, faltábales saberlas regir. Y supuesto que las tuviesen, como dicho habemos, y las supiesen regir y alimentar, faltábales saberlas curar y medicinar cuando adolecen y están heridas. Por esto decía Don Juan, hijo del Infante Don Manuel y Señor de Villena, que fue muy gran señor, y era muy cazador y muy ingenioso en esta ciencia de las aves, que gran diferencia había de querer cazar y ser maestro de caza, al saber regir y hacer las aves; y también que había gran diferencia de saber educar un ave, a saber curarla y ser buen cetrero, que quiere decir buen médico para ellas, y buen cirujano.

Consideremos estas tres cosas: primeramente querer cazar y tener gran voluntad de ello; lo segundo, saber hacer y ordenar que tomen tan extrañas aves y por tan desusada manera como hemos dicho; lo tercero, cuando su ave adoleciese o fuese herida, saberla curar. Y porque todas estas tres cosas son menester al buen cazador, hablaron de ello, de diferentes maneras, los que se complacían en esta caza, e hicieron algunos libros, cada uno según entendió y alcanzó su experiencia.

Y como dije en el comienzo, porque había diversas opiniones entre los cazadores, determiné reunir en este libro todo aquello que vi a grandes señores y muy cazadores que más cierto habían hallado, y púselo, sometiendo a la enmienda de los que más entendieron lo que yo oí a grandes señores y cazadores en muchas partes. Y también lo que dijeron algunos de ellos que no vi yo.

Primeramente en

Francia: al Duque de Borgoña y al Conde de Flandes y de Artois y al Conde de Tancarville, y en

Aragón: al Vizconde de Illa, y a don Pedro Jordán de Urríes, mayordomo mayor del Rey de Aragón; y a Don Pedro Fernández de Híjar, rico-hombre. Y en

Castilla: lo que dijo Don Juan, hijo del Infante Don Manuel, Señor de Villena; y Don Gonzalo de Mena, obispo de Burgos; y Don Enrique Enríquez, y Don Juan Alfonso de Guzmán, y Remir Lorenzo, comendador de Calatrava; y Garci Alfonso de la Vega, Caballero de Toledo; y Juan Martínez de Villazan, alguacil mayor del Rey, y don Ferrán Gómez de Albornoz, comendador de Montalbán, y lo que dijeron dos halconeros, el uno del Rey Don Fernando de Portugal, que se llama Pero Menino, y el otro Juan Fernández Burriello, halconero del Rey Don Pedro; porque todos éstos supieron y saben mucho en este arte, e hicieron muchas curas de aves que son muy ciertas y muy probadas.

Luego, primeramente diré de los plumajes de los halcones y cuántas clases de plumajes hay en ellos; también dónde crían y nacen, y qué aspecto y plumas deben tener; y después diré cómo se deben curar cuando adolecen o son heridos de grullas, o de garzas o en cualquiera otra manera.

Me extenderé más en la práctica del halcón neblí y en su gobierno, porque, verdaderamente, ésta es la más noble y mejor de todas las aves de caza, y quien buen cuidado tuviese con el neblí, en todas las otras aves podrá tener buen cuidado.



...

28 oct 2009

Otro cuento erótico

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TERCERA JORNADA
CUENTO PRIMERO


Masetto de Lamporecchio se hace el mudo y entra como hortelano en un monasterio de mujeres, que porfían en acostarse con él.

Hermosísimas señoras, bastantes hombres y mujeres hay que son tan necios que creen demasiado confiadamente que cuando a una joven se le ponen en la cabeza las tocas blancas y sobre los hombros se le echa la cogulla negra, que deja de ser mujer y ya no siente los femeninos apetitos, como si se la hubiese convertido en piedra al hacerla monja; y si por acaso algo oyen contra esa creencia suya, tanto se enojan cuanto si se hubiera cometido un grandísimo y criminal pecado contra natura, no pensando ni teniéndose en consideración a sí mismos, a quienes la plena libertad de hacer lo que quieran no puede saciar, ni tampoco al gran poder del ocio y la soledad. Y semejantemente hay todavía muchos que creen demasiado confiadamente que la azada y la pala y las comidas bastas y las incomodidades quitan por completo a los labradores los apetitos concupiscentes y los hacen bastísimos de inteligencia y astucia. Pero cuán engañados están cuantos así creen me complace (puesto que la reina me lo ha mandado, sin salirme de lo propuesto por ella) demostraros más claramente con una pequeña historieta.
- En esta comarca nuestra hubo y todavía hay un monasterio de mujeres, muy famoso por su santidad, que no nombraré por no disminuir en nada su fama; en el cual, no hace mucho tiempo, no habiendo entonces más que ocho señoras con una abadesa, y todas jóvenes, había un buen hombrecillo hortelano de un hermosísimo jardín suyo que, no contentándose con el salario, pidiendo la cuenta al mayordomo de las monjas, a Lamporecchio, de donde era, se volvió. Allí, entre los demás que alegremente le recibieron, había un joven labrador fuerte y robusto, y para villano hermoso en su persona, cuyo nombre era Masetto; y le preguntó dónde había estado tanto tiempo, El buen hombre, que se llamaba Nuto, se lo dijo; al cual, Masetto le preguntó a qué atendía en el monasterio. Al que Nuto repuso:
- Yo trabajaba en un jardín suyo hermoso y grande, y además de esto, iba alguna vez al bosque por leña, traía agua y hacía otros tales servicios; pero las señoras me daban tan poco salario que apenas podía pagarme los zapatos. Y además de esto, son todas jóvenes y parece que tienen el diablo en el cuerpo, que no se hace nada a su gusto; así, cuando yo trabajaba alguna vez en el huerto, una decía: Pon esto aquí, y la otra: Pon aquí aquello, y otra me quitaba la azada de la mano y decía: Esto no está bien; y me daba tanto coraje que dejaba el laboreo y me iba del huerto, así que, entre por una cosa y la otra, no quise estarme más y me he venido. Y me pidió su mayordomo, cuando me vine, que si tenía alguien a mano que entendiera en aquello, que se lo mandase, y se lo prometí, pero así le guarde Dios los riñones que ni buscaré ni le mandaré a nadie.
A Masetto, oyendo las palabras de Nuto, le vino al ánimo un deseo tan grande de estar con estas monjas que todo se deuetía comprendiendo por las palabras de Nuto que podría conseguir algo de lo que deseaba. Y considerando que no lo conseguiría si decía algo a Nuto, le dijo:
- ¡Ah, qué bien has hecho en venirte! ¿Qué es un hombre entre mujeres? Mejor estaría con diablos; de siete veces, seis no saben lo que ellas mlsmas qUieren.
Pero luego, terminada su conversación, empezó Masetto a pensar qué camino debía seguir para poder estar con ellas; y conociendo que sabía hacer bien los trabajos que Nuto hacía, no temió perderlo por aquello, pero temió no ser admitido porque era demasiado joven y aparente. Por lo que, dando vueltas a muchas cosas, pensó:
El lugar es bastante alejado de aquí y nadie me conoce allí, si sé fingir que soy mudo, por cierto que me admitirán.
Y deteniéndose en aquel pensamiento, con una segur al hombro, sin decir a nadie adónde fuese, a guisa de un hombre pobre se fue al monasterio; donde, llegado, entró dentro y por ventura encontró al mayordomo en el patio, a quien, haciendo gestos como hacen los mudos, mostró que le pedía de comer por amor de Dios y que él, si lo necesitaba, le partiría la leña. El mayordomo le dio de comer de buena gana; y luego de ello le puso delante de algunos troncos que Nuto no había podido partir, los que éste, que era fortísimo, en un momento hizo pedazos. El mayordomo, que necesitaba ir al bosque, lo llevó consigo y allí le hizo cortar leña; después de lo que, poniéndole el asno delante, por señas le dio a entender que lo llevase a casa. Él lo hizo muy bien, por lo que el mayordomo, haciéndole hacer ciertos trabajos que le eran necesarios, más días quiso tenerlo; de los cuales sucedió que un día la abadesa lo vio, y preguntó al mayordomo quién era. El cual le dijo:
- Señora, es un pobre hombre mudo y sordo, que vino uno de estos días a por limosna, así que le he hecho un favor y le he hecho hacer bastantes cosas de que había necesidad. Si supiese labrar un huerto y quisiera quedarse, creo estaríamos bien servidos, porque él lo necesita y es fuerte y se podría hacer de él lo que se quisiera; y además de esto no tendríais que preocuparos de que gastase bromas a vuestras jóvenes.
Al que dijo la abadesa:
- Por Dios que dices verdad: entérate si sabe labrar e ingéniate en retenerlo; dale unos pares de escarpines, algún capisayo viejo, y halágalo, hazle mimos, dale bien de comer.
El mayordomo dijo que lo haría. Masetto no estaba muy lejos, pero fingiendo barrer el patio oía todas estas palabras y se decía:
Si me metéis ahí dentro, os labraré el huerto tan bien como nunca os fue labrado.
Ahora, habiendo el mayordomo visto que sabía óptimamente labrar y preguntándole por señas si quería quedarse aquí, y éste por señas respondiéndole que quería hacer lo que él quisiese, habiéndolo admitido, le mandó que labrase el huerto y le enseñó lo que tenía que hacer; luego se fue a otros asuntos del monasterio y lo dejó. El cual, labrando un día tras otro, las monjas empezaron a molestarle y a ponerlo en canciones, como muchas veces sucede que otros hacen a los mudos, y le decían las palabras más malvadas del mundo no creyendo ser oídas por él; y la abadesa que tal vez juzgaba que él tan sin cola estaba como sin habla, de ello poco o nada se preocupaba.
Pero sucedió que habiendo trabajado un día mucho y estando descansando, dos monjas que andaban por el jardín se acercaron a donde estaba, y empezaron a mirarle mientras él fingía dormir. Por lo que una de ellas, que era algo más decidida, dijo a la otra:
- Si creyese que me guardabas el secreto te diría un pensamiento que he tenido muchas veces, que tal vez a ti también podría agradarte.
La otra repuso:
- Habla con confianza, que por cierto no lo diré nunca a nadie.
Entonces la decidida comenzó:
- No sé si has pensado cuán estrictamente vivimos y que aquí nunca ha entrado un hombre sino el mayordomo, que es viejo, y este mudo; y muchas veces he oído decir a muchas mujeres que han venido a vernos que todas las dulzuras del mundo son una broma con relación a aquella de unirse la mujer al hombre. Por lo que muchas veces me ha venido al ánimo, puesto que con otro no puedo, probar con este mudo si es así, y éste es lo mejor del mundo para ello porque, aunque quisiera, no podría ni sabría contarlo; ya ves que es un mozo tonto, más crecido que con juicio. Con gusto oiré lo que te parece de esto.
- ¡Ay! -dijo la otra-, ¿qué es lo que dices? ¿No sabes que hemos prometido nuestra virginidad a Dios?
- ¡Oh! -dijo elIa-, ¡cuántas cosas se le prometen todos los días de las que no se cumple ninguna! ¡Si se lo hemos prometido, que sea otra u otras quienes cumplan la promesa!
A lo que la compañera dijo:
- Y si nos quedásemos grávidas, ¿qué iba a pasar?
Entonces aquélla dijo:
- Empiezas a pensar en el mal antes de que te llegue; si sucediere, entonces pensaremos en ello; podrían hacerse mil cosas de manera que nunca se sepa, siempre que nosotras mismas no lo digamos.
Ésta, oyendo esto, teniendo más ganas que la otra de probar qué animal era el hombre, dijo:
- Pues bien, ¿qué haremos?
A quien aquélla repuso:
- Ves que va a ser nona; creo que las sores están todas durmiendo menos nosotras; miremos por el huerto a ver si hay alguien, y si no hay nadie, ¿qué vamos a hacer sino cogerlo de la mano y llevarlo a la cabaña donde se refugia cuando llueve, y allí una se queda dentro con él y la otra hace guardia? Es tan tonto que se acomodará a lo que queremos.
Masetto oía todo este razonamiento, y dispuesto a obedecer, no esperaba sino ser tomado por una de ellas. Ellas, mirando bien por todas partes y viendo que desde ninguna podían ser vistas, aproximándose la que había iniciado la conversación a Masetto, le despertó y él incontinenti se puso en pie; por lo que ella con gestos halagadores le cogió de la mano, y él dando sus tontas risotadas, lo llevó a la cabaña, donde Masetto, sin hacerse mucho rogar hizo lo que ella quería. La cual, como leal compañera, habiendo obtenido lo que quería, dejó el lugar a la otra, y Masetto, siempre mostrándose simple, hacía lo que ellas querían; por lo que antes de irse de allí, más de una vez quiso cada una probar cómo cabalgaba el mudo, y luego, hablando entre ellas muchas veces, decían que en verdad aquello era tan dulce cosa, y más, como habían oído; y buscando los momentos oportunos, con el mudo iban a juguetear. Sucedió un día que una compañera suya, desde una ventana de su celda se apercibió del tejemaneje y se lo enseñó a otras dos; y primero tomaron la decisión de acusarlas a la abadesa, pero después, cambiando de parecer y puestas de acuerdo con aquéllas, en participantes con ellas se convirtieron del poder de Masetto; a las cuales, las otras tres, por diversos accidentes, hicieron compañía en varias ocasiones. Por último, la abadesa, que todavía no se había dado cuenta de estas cosas, paseando un día sola por el jardín, siendo grande el calor, se encontró a Masetto (el cual con poco trabajo se cansaba durante el día por el demasiado cabalgar de la noche) que se había dormido echado a la sombra de un almendro, y habiéndole el viento levantado las ropas, todo al descubierto estaba. Lo cual mirando la señora y viéndose sola, cayó en aquel mismo apetito en que habían caído sus monjitas; y despertando a Masetto, a su alcoba se lo llevó, donde varios días, con gran quejumbre de las monjas porque el hortelano no venía a labrar el huerto, lo tuvo, probando y volviendo a probar aquella dulzura que antes solía censurar ante las otras. Por último, mandándole de su alcoba a la habitación de él y requiriéndole con mucha frecuencia y queriendo de él más de una parte, no pudiendo Masetto satisfacer a tantas, pensó que de su mudez si duraba más podría venirle gran daño; y por ello una noche, estando con la abadesa, roto el frenillo, empezó a decir:
- Señora, he oído que un gallo basta a diez gallinas, pero que diez hombres pueden mal y con trabajo satisfacer a una mujer, y yo que tengo que servir a nueve; en lo que por nada del mundo podré aguantarlo, pues que he venido a tal, por lo que hasta ahora he hecho, que no puedo hacer ni poco ni mucho; y por ello, o me dejáis irme con Dios o le encontráis un arreglo a esto.
La señora, oyendo hablar a este a quien tenía por mudo, toda se pasmó, y dijo:
- ¿Qué es esto? Creía que eras mudo.
- Señora -dijo Masetto-, sí lo era pero no de nacimiento, sino por una enfermedad que me quitó el habla, y por primera vez esta noche siento que me ha sido restituida, por lo que alabo a Dios cuanto puedo.
La señora lo creyó y le preguntó qué quería decir aquello de que a nueve tenía que servir. Masetto le dijo lo que pasaba, lo que oyendo la abadesa, se dio cuenta de que no había monja que no fuese mucho más sabia que ella; por lo que, como discreta, sin dejar irse a Masetto, se dispuso a llegar con sus monjas a un entendimiento en estos asuntos, para que por Masetto no fuese vituperado el monasterio.
Y habiendo por aquellos días muerto el mayordomo, de común acuerdo, haciéndose manifiesto en todas lo que a espaldas de todas se había estado haciendo, con placer de Masetto hicieron de manera que las gentes de los alrededores creyeran que por sus oraciones y por los méritos del santo a quien estaba dedicado el monasterio, a Masetto, que había sido mudo largo tiempo, le había sido restituida el habla, y le hicieron mayordomo; y de tal modo se repartieron sus trabajos que pudo soportarlos. Y en ellos bastantes monaguillos engendró pero con tal discreción se procedió en esto que nada llegó a saberse hasta después de la muerte de la abadesa, estando ya Masetto viejo y deseoso de volver rico a su casa; lo que, cuando se supo, fácilmente lo consiguió.
Así, pues, Masetto, viejo, padre y rico, sin tener el trabajo de alimentar a sus hijos ni pagar sus gastos, por su astucia habiendo sabido bien proveer a su juventud, al lugar de donde había salido con una segur al hombro, volvió, afirmando que así trataba Cristo a quien le ponía los cuernos sobre la guirnalda.

Cuentos eróticos del "Plan de Lectura" leídos con 4ºESO

Publicado por IES Izpisúa Belmonte |

(Giovanni Bocaccio)

En la ciudad de Cafsa, en Berbería, hubo hace tiempo un hombre riquísimo que, entre otros hijos, tenía una hijita hermosa y donosa cuyo nombre era Alibech; la cual, no siendo cristiana y oyendo a muchos cristianos que en la ciudad había alabar mucho la fe cristiana y el servicio de Dios, un día preguntó a uno de ellos en qué materia y con menos impedimentos pudiese servir a Dios. El cual le repuso que servían mejor a Dios aquellos que más huían de las cosas del mundo, como hacían quienes en las soledades de los desiertos de la Tebaida se habían retirado. La joven, que simplicísima era y de edad de unos catorce años, no por consciente deseo sino por un impulso pueril, sin decir nada a nadie, a la mañana siguiente hacia el desierto de Tebaida, ocultamente, sola, se encaminó; y con gran trabajo suyo, continuando sus deseos, después de algunos días a aquellas soledades llegó, y vista desde lejos una casita, se fue a ella, donde a un santo varón encontró en la puerta, el cual, maravillándose de verla allí, le preguntó qué es lo que andaba buscando. La cual repuso que, inspirada por Dios, estaba buscando ponerse a su servicio, y también quién le enseñara cómo se le debía servir. El honrado varón, viéndola joven y muy hermosa, temiendo que el demonio, si la retenía, lo engañara, le alabó su buena disposición y, dándole de comer algunas raíces de hierbas y frutas silvestres y dátiles, y agua a beber, le dijo:
-Hija mía, no muy lejos de aquí hay un santo varón que en lo que vas buscando es mucho mejor maestro de lo que soy yo: irás a él.
Y le enseñó el camino; y ella, llegada a él y oídas de éste estas mismas palabras, yendo más adelante, llegó a la celda de un ermitaño joven, muy devota persona y bueno, cuyo nombre era Rústico, y la petición le hizo que a los otros les había hecho. El cual, por querer poner su firmeza a una fuerte prueba, no como los demás la mandó irse, o seguir más adelante, sino que la retuvo en su celda; y llegada la noche, una yacija de hojas de palmera le hizo en un lugar, y sobre ella le dijo que se acostase. Hecho esto, no tardaron nada las tentaciones en luchar contra las fuerzas de éste, el cual, encontrándose muy engañado sobre ellas, sin demasiados asaltos volvió las espaldas y se entregó como vencido; y dejando a un lado los pensamientos santos y las oraciones y las disciplinas, a traerse a la memoria la juventud y la hermosura de ésta comenzó, y además de esto, a pensar en qué vía y en qué modo debiese comportarse con ella, para que no se apercibiese que él, como hombre disoluto, quería llegar a aquello que deseaba de ella.

Y probando primero con ciertas preguntas que no había nunca conocido a hombre averiguó, y que tan simple era como parecía, por lo que pensó cómo, bajo especie de servir a Dios, debía traerla a su voluntad. Y primeramente con muchas palabras le mostró cuán enemigo de Nuestro Señor era el diablo, y luego le dio a entender que el servicio que más grato podía ser a Dios era meter al demonio en el infierno, adonde Nuestro Señor lo había condenado. La jovencita le preguntó cómo se hacía aquello; Rústico le dijo:
-Pronto lo sabrás, y para ello harás lo que a mí me veas hacer. Y empezó a desnudarse de los pocos vestidos que tenía, y se quedó completamente desnudo, y lo mismo hizo la muchacha; y se puso de rodillas a guisa de quien rezar quisiese y contra él la hizo ponerse a ella. Y estando así, sintiéndose Rústico más que nunca inflamado en su deseo al verla tan hermosa, sucedió la resurrección de la carne; y mirándola Alibech, y maravillándose, dijo:
-Rústico, ¿qué es esa cosa que te veo que así se te sale hacia afuera y yo no la tengo?
-Oh, hija mía -dijo Rústico-, es el diablo de que te he hablado; ya ves, me causa grandísima molestia, tanto que apenas puedo soportarlo.
Entonces dijo la joven:
-Oh, alabado sea Dios, que veo que estoy mejor que tú, que no tengo yo ese diablo.
Dijo Rústico:
-Dices bien, pero tienes otra cosa que yo no tengo, y la tienes en lugar de esto.
Dijo Alibech:
-¿El qué?
Rústico le dijo:
-Tienes el infierno, y te digo que creo que Dios te haya mandado aquí para la salvación de mi alma, porque si ese diablo me va a dar este tormento, si tú quieres tener de mí tanta piedad y sufrir que lo meta en el infierno, me darás a mí grandísimo consuelo y darás a Dios gran placer y servicio, si para ello has venido a estos lugares, como dices.

La joven, de buena fe, repuso:
-Oh, padre mío, puesto que yo tengo el infierno, sea como queréis.
Dijo entonces Rústico:
-Hija mía, bendita seas. Vamos y metámoslo, que luego me deje estar tranquilo.
Y dicho esto, llevada la joven encima de una de sus yacijas, le enseñó cómo debía ponerse para poder encarcelar a aquel maldito de Dios. La joven, que nunca había puesto en el infierno a ningún diablo, la primera vez sintió un poco de dolor, por lo que dijo a Rústico:
-Por cierto, padre mío, mala cosa debe ser este diablo, y verdaderamente enemigo de Dios, que aun en el infierno, y no en otra parte, duele cuando se mete dentro.
Dijo Rústico:
-Hija, no sucederá siempre así.
Y para hacer que aquello no sucediese, seis veces antes de que se moviesen de la yacija lo metieron allí, tanto que por aquella vez le arrancaron tan bien la soberbia de la cabeza que de buena gana se quedó tranquilo. Pero volviéndole luego muchas veces en el tiempo que siguió, y disponiéndose la joven siempre obediente a quitársela, sucedió que el juego comenzó a gustarle, y comenzó a decir a Rústico:
-Bien veo que la verdad decían aquellos sabios hombres de Cafsa, que el servir a Dios era cosa tan dulce; y en verdad no recuerdo que nunca cosa alguna hiciera yo que tanto deleite y placer me diese como es el meter al diablo en el infierno; y por ello me parece que cualquier persona que en otra cosa que en servir a Dios se ocupa es un animal.
Por la cual cosa, muchas veces iba a Rústico y le decía:
-Padre mío, yo he venido aquí para servir a Dios, y no para estar ociosa; vamos a meter el diablo en el infierno.
Haciendo lo cual, decía alguna vez:
-Rústico, no sé por qué el diablo se escapa del infierno; que si estuviera allí de tan buena gana como el infierno lo recibe y lo tiene, no se saldría nunca.
Así, tan frecuentemente invitando la joven a Rústico y consolándolo al servicio de Dios, tanto le había quitado la lana del jubón que en tales ocasiones sentía frío en que otro hubiera sudado; y por ello comenzó a decir a la joven que al diablo no había que castigarlo y meterlo en el infierno más que cuando él, por soberbia, levantase la cabeza:
-Y nosotros, por la gracia de Dios, tanto lo hemos desganado, que ruega a Dios quedarse en paz.
Y así impuso algún silencio a la joven, la cual, después de que vio que Rústico no le pedía más meter el diablo en el infierno, le dijo un día:
-Rústico, si tu diablo está castigado y ya no te molesta, a mí mi infierno no me deja tranquila; por lo que bien harás si con tu diablo me ayudas a calmar la rabia de mi infierno, como yo con mi infierno te he ayudado a quitarle la soberbia a tu diablo.
Rústico, que de raíces de hierbas y agua vivía, mal podía responder a los envites; y le dijo que muchos diablos querrían poder tranquilizar al infierno, pero que él haría lo que pudiese; y así alguna vez la satisfacía, pero era tan raramente que no era sino arrojar un haba en la boca de un león; de lo que la joven, no pareciéndole servir a Dios cuanto quería, mucho rezongaba. Pero mientras que entre el diablo de Rústico y el infierno de Alibech había, por el demasiado deseo y por el menor poder, esta cuestión, sucedió que hubo un fuego en Cafsa en el que en la propia casa ardió el padre de Alibech con cuantos hijos y demás familia tenía; por la cual cosa Alibech de todos sus bienes quedó heredera. Por lo que un joven llamado Neerbale, habiendo en magnificencias gastado todos sus haberes, oyendo que ésta estaba viva, poniéndose a buscarla y encontrándola antes de que el fisco se apropiase de los bienes que habían sido del padre, como de hombre muerto sin herederos, con gran placer de Rústico y contra la voluntad de ella, la volvió a llevar a Cafsa y la tomó por mujer, y con ella de su gran patrimonio fue heredero. Pero preguntándole las mujeres que en qué servía a Dios en el desierto, no habiéndose todavía Neerbale acostado con ella, repuso que le servía metiendo al diablo en el infierno y que Neerbale había cometido un gran pecado con haberla arrancado a tal servicio. Las mujeres preguntaron:
-¿Cómo se mete al diablo en el infierno?
La joven, entre palabras y gestos, se los mostró; de lo que tanto se rieron que todavía se ríen, y dijeron:
-No estés triste, hija, no, que eso también se hace bien aquí, Neerbale bien servirá contigo a Dios Nuestro Señor en eso.
Luego, diciéndoselo una a otra por toda la ciudad, hicieron famoso el dicho de que el más agradable servicio que a Dios pudiera hacerse era meter al diablo en el infierno; el cual dicho, pasado a este lado del mar, todavía se oye. Y por ello vosotras, jóvenes damas, que necesitáis la gracia de Dios, aprended a meter al diablo en el infierno, porque ello es cosa muy grata a Dios y agradable para las partes, y mucho bien puede nacer de ello y seguirse.

26 oct 2009

El Departamento de Biología y Geología adquiere nuevos libros

Publicado por IES Izpisúa Belmonte |

Aquí tenéis algunos de los títulos que el Departamento de Biología y Geología ha adquirido para su lectura este curso recién estrenado:









Representación teatral de los alumnos de 4º ESO en el Colegio "Martínez Parras"

2ª Parte de la Representación teatral