Sofá de lectura

Plan de Lectura del IES Izpisúa Belmonte - Hellín

20 dic 2011

LA METAMORFOSIS DE KAFKA UN CLÁSICO QUE SIGUE INQUIETANDO

Publicado por isabélica |


Desde el PLAN DE LECTURA durante la 1ª evaluación estuvimos trabajando esta obra desde diferentes materias, con los tres grupos de 4º ESO.
En la asignatura de Lengua y Literatura, aparte de leer y comentar el texto y su sentido, así como la transformación del personaje en un enorme insecto, la reacción de la familia, etc, en clase, de forma oral, potenciando así la capacidad expresiva y comprensiva de los alumnos, se les mandó para casa un trabajo consistente en imaginarse que una mañana se despertaban con algún tipo de anomalía o discapacidad física o mental.
Para ello, previamente, debían informarse de los síntomas, características y problemas que esa enfermedad suele ocasionar en quien la sufre. Después debían meterse completamente en la piel del enfermo e ir describiendo las sensaciones que notaban, cómo resolvían las situaciones desde esa nueva personalidad, cómo reaccionaba la gente de alrededor…
Estos trabajos serían entregados al profesor/a y se leerían en voz alta, de forma anónima, y serían sometidos a votación. Los ganadores recibirían una buena nota.
Esos trabajos ganadores son los que aquí se reproducen.
Los relatos resultantes fueron muy curiosos. Espero que os gusten:

“Hola mi nombre es Pablo y os voy a contar mi historia, la historia de un mudo.Como ya sabéis, un mudo es aquel que no puede hablar, así que yo me dediqué a plasmar palabras en folios, rellenar el vacío de las hojas en blanco, dibujar símbolos que no podía expresar por la boca.
Cada frase, cada palabra, sílaba, punto…que dibujaba yo, me hacía sentirme más alejado del mundo, más extraño que nadie, hasta me sentía inútil en este mundo en que la comunicación era extraordinariamente importante.
Vosotros no os podéis imaginar el dolor que yo siento por dentro cada vez que me hablan y no puedo contestar. Eso sí es dolor, no ese dolor que sientes cuando te das un golpe, sino, ese dolor de no poder decir a una persona que la quieres ni de poder decir lo mucho que te gusta escuchar los pájaros en el bosque.
Desde que soy mudo hasta ahora, me he dado cuenta de que todo lo que he escrito no es verdad, puesto que a mí, me encanta dibujar. Estoy más cerca del mundo que nadie porque he aprendido a escuchar, porque puedo hacer todo sin decir a nadie el porqué, porque no me hace falta decirle a una persona que la quiero, porque con una simple sonrisa, le digo todo lo que siento por ella
Es así la historia de mi pensamiento, de mi conciencia y de mi vida…”

PABLO RAMÓN MORENO, 4º C

“PIPIPI PIPIPI . Suena el despertador y como todos los días, Juan tiene que ir al trabajo, una empresa de reparto a domicilio de pan para personas discapacitadas y ancianos. Ese día todo cambiaría para Juan y pocos repartos haría.
Quería levantarse, pero su cuerpo no le permitía mover las piernas. Lo intentó con gran ímpetu hasta un punto en el que empezó a asustarse. Aterrorizado, fue arrastrándose hacia su estudio de música, pues también era bajista de un grupo. Allí se encontraba el ordenador, en el que se informó rápidamente de lo que le pasaba y sus síntomas.
Descubrió que tenía paraplejia (no sabía si permanente o temporal, ya que podía ser una de las dos). Se apresuró a llamar a su jefe, quien no tardó en contestar.
-Felipe, soy Juan. Siento mucho no haber podido ir al trabajo, pero verás…esta mañana me he levantado con paraplejia. Sé que suena un poco raro, pero…
-Jajaja. Paraplejia, dice, no me cuentes milongas. Ya te he puesto un sustituto y no te molestes en venir mañana. Por cierto, he descontado de su sueldo de este mes la multa que te pusieron ayer y, por supuesto, lo que te falte hasta final de mes, lo que equivale a unos cien euros. Ya nos veremos, Juan…
-Pero, Felipe, Felipe…
Felipe colgó el teléfono, parecía estar deseando encontrar alguna excusa con la que echar a Juan.
Decidió llamar a su novia, de un pueblo de Albacete, Llanos, la cual era un poco fresca de más.
-Cariño, no te puedes imaginar lo que me está pasando: ¡tengo paraplejia! Llama a un médico o ven a mi casa. Ayúdame, por favor.
-Sí, ya, y mi abuela es biciclista (aparte de fresca, era un poco garrula, todo hay que decirlo). Por cierto, Juan, que te dejo por Rafael, el hijo del que recoge escombros.
Juan, derrumbado y sin saber qué hacer, recurrió a su última esperanza: sus fieles amigos, con los que tenía el grupo (no le quedaba familia). Eran cuatro: Adri a la batería, a la voz Alex y a la guitarra, Carlos. Llamó a este último, puesto que era su amigo más allegado.
-Carlos, tío, tienes que ayudarme, mi novia me ha dejado. Felipe, mi jefe, me ha despedido. Y esta mañana me he levantado con paraplejia.
-¿Quién eres?
-Juan, el bajista del grupo
-¿Qué grupo? Yo no tengo ningún grupo.
PIPIPI PIPIPI. Suena el despertador. Juan despierta. Ha sido todo un sueño…cuando de repente…¡NO SIENTO LAS PIERNAS….!”
EDUARDO LÁZARO ALARCÓN GARCÍA, 4 C
“Abrí los ojos, sobresaltada al sentir la voz susurrándome al oído. Cada día me costaba más adaptarme a la realidad al despertar y aquella mañana se me hizo aún más difícil al recordar lo sucedido el día anterior.
Durante esa última semana, la voz había aumentado su insistencia, acechándome sin descanso, acosándome hasta hacerme estallar, por lo que la tarde de antes me sorprendí a mí misma suplicándole a gritos. Mis padres todavía se encontraban en casa y se asustaron al creer que gritaba sola…Ellos son incapaces de entenderlo. La voz existe, está ahí y me está haciendo daño, aunque no puedan o no quieran oírla. Todavía no entiendo por qué nadie la escucha cuando me grita y me amenaza. A veces creo que es el mismo diablo quien me habla, pero ¿cómo se lo voy a explicar a quienquiera que pudiese escucharme? Sin duda me tomarían por loca y, a veces, me asusta pensar que si no fuera yo quien lo sufre, también lo haría.
Otras veces, creo que todo el mundo sabe lo que me está pasando, incluso puede que todos ayuden a la voz. Quizás comparten algún fin con ella o quizás ya han pasado por mi situación y ella los somete. No sé cuál es la realidad y esto me ha llevado a desconfiar de todo a mi alrededor. Creo que el encontrarme sola, completamente sola, es lo peor de todo esto.
Lo que ocurrió aquel día supuso una gran alteración en mi ritmo de vida, que desde hacía poco más de un mes, se estaba viendo impedida por la existencia de aquella infernal voz. Mis padres, al oírme, irrumpieron en mi habitación y me encontraron sollozando en el suelo, temblando y suplicándole a aquel ente que me acecha Entonces, cundió el pánico. Mi madre comenzó a llorar y me abrazó, más que consolándome, buscando consuelo, mientras mi padre me gritaba echándome en cara que todo lo que estaba pasando era mi culpa, mía, de aquella rara forma de vestir y de mi música, a la que él califica de satánica. A partir de ese momento, mis recuerdos no son para nada nítidos, creo que dijeron algo acerca de que ya me habían dado demasiado tiempo. Después de unos segundos que me parecieron horas, ambos salieron de mi cuarto con los nervios a flor de piel para hablar y, pasado un rato, volvieron a entrar con firmeza, mandándome acostar. Mi madre se quedó en mi habitación mientras que yo temblaba, hasta que me dormí, ahogando los sollozos entre trozos de pañuelos mojados.
Hoy me han despertado y sin dar apenas explicaciones, me han traído a un hospital que se encuentra a una hora de casa. Ninguno de los dos me habla: papá parece enfadado conmigo y mamá no deja de llorar, mientras murmura para sí.
Hace un mes habría esperado que al no ir al clase, alguno de mis compañeros se preocupase por mi estado de salud, pero ya no. Cuando la voz llegó, me alejé de todo el mundo al creerlos cómplices y, el resto, de igual modo, se alejó de mí.
Y, mientras tanto, la voz me grita más fuerte que nunca. La gente de la sala de espera me mira con rareza, como si ellos no la oyeran atormentarme, obligándome a que acabe con mi propia vida.”

MARINA MARTÍNEZ ILLÁN, 4º C

“Esa mañana era como otra cualquiera. Sonó la alarma a las siete y media, como de costumbre y, yo, sin abrir los ojos, apagué el despertador. Me giré en la cama y poco a poco fui abriendo los ojos. Pero no sé por qué, al abrirlos, lo veía todo negro, no podía percibir la silueta de ningún objeto. Al ver tanta oscuridad a mi alrededor, pensé que sería porque no había subido la persiana la noche anterior y la puerta estaba cerrada, no dejando así entrar la luz en mi habitación. Me dirigí hacia la persiana y la subí. Pero, al hacerlo, seguía sin conseguir ver nada. Pensaba que podría ser de noche y que el despertador me había sonado mucho antes de lo habitual. Pero, aun creyendo esto, me siguió pareciendo raro el hecho de que no pudiese ver un poco con la luz de las farolas o de la luna,. Con dificultad, me acerqué hacia la puerta y, al notar el pomo, lo giré y abrí. Tampoco entonces pude ver, así que encendí la luz del pasillo. Aun cuando lo hice no vi nada y me empecé a preocupar. ¿Se habrían fundido los plomos? ¿Por eso no conseguía ver nada? Me pregunté a mí misma.
Por no despertar a mi madre, decidí volver a la cama, acostarme y esperar a que amaneciera. Pasaron lo que fueron para mí, horas, pero como esperar se me hacía eterno, pensé que habría pasado mucho menos tiempo. Entonces oí un ruido en el dormitorio de mi madre. Supuse que ya se habría despertado, pero…¿tan pronto? Aún no veía la luz del día. Estaba ya bastante preocupada y aturdida cuando mi madre, con prisa, entró en mi habitación y me dijo:
-Vamos, levántate, ya es muy tarde y no vas a llegar al instituto a tiempo.
-Pero si aún es de noche, respondí
-¿Cómo va a ser de noche con el buen día que hace y todo el sol que entra en la habitación?
En ese momento me asusté de verdad y con ansiedad, le dije:
-No veo nada
Mi madre, con voz algo extraña, me respondió:
-¿Cómo que no ves nada?
Con lágrimas en los ojos le dije lo que me estaba pasando y, muy asustada, me dijo:
-Vámonos ahora mismo al hospital
Me levanté de la cama y mi madre me trajo la ropa. Como pude, me vestí con su ayuda y nos dirigimos a la puerta. Yo, impotente, solo era capaz de oír nuestros movimientos, la forma en la que andábamos, cómo mi madre abría la puerta y darme cada vez más cuenta de que estaba todo el rato dependiendo de ella. El peor momento fue bajar las escaleras y saber que no podía. Y no dejar de pensar que había un abismo bajo mis pies. Bajé las escaleras muy lentamente, mientras recordaba que eran las mismas que bajaba rápidamente todas las mañanas y que ahora se me hacían eternas.
Cuando, por fin, las bajamos, mi madre abrió la puerta y salimos a la calle. Cada vez estaba más nerviosa y apenada. No conseguía ver absolutamente nada, ni el azul del cielo, ni los pisos de enfrente, ni la calle…nada. Mi madre subió la persiana de la cochera y me ayudó a subir al coche. Al hacerlo, sentí y oí cómo mi madre arrancaba y empezaba a moverse el coche. Fue muy extraña esa sensación, como si no se moviera, pro aun así notaba cuando se detenía y aceleraba o simplemente giraba. Al llegar allí, mi madre me cogió de la mano y entramos al hospital. Al entrar, le dijo a una mujer que yo había perdido la vista. Me sentaron en una silla de ruedas y me llevaron hasta una sala, donde estaba todo en silencio, no se oía el alboroto que había al entrar al hospital.
Vino el médico, el cual me hizo una serie de preguntas y me examinó los ojos. Me dijo que tenía cura, que me operarían y todo saldría bien, pero que tendría que esperar un tiempo.
Todo ese tiempo me di cuenta de que dependía todo el rato de la gente de mi alrededor y me apenaba de que no podía ver nada. Lo que echaba de menos los colores y las formas y las limitaciones que conllevaba aquella terrible enfermedad.”

ELENA, 4ºC

“Qué sueño más extraño! Sólo caigo y caigo en un gran pozo negro y, al llegar al fondo, me estrello en el suelo y mis miembros, brazos, piernas…se separan de mí, como si fuera un muñeco desmontable. El sueño se acaba por fin, y poco a poco, voy abriendo mis ojos mientras la luz se filtra por mis pestañas.
Al abrir los ojos me doy cuenta de que no me encuentro en mi cuarto. Solo observo el color blanco de la habitación y el color verde de las sábanas, inusuales en mi gusto. ¿Dónde estoy? La cama en la que me encuentro está rodeada de unos barrotes de hierro, como si fuera una gran cuna. A mi izquierda, encima de una mesita blanca, hay un vaso de agua.
Al observar el agua, la necesidad de beberla crece en mí. Así pues, me dispongo a alzar mi brazo derecho para alcanzar mi objetivo. Pero…algo extraño sucede. Sigo observando el gran vaso de agua, pero ninguno de mis brazos se alzan para alcanzarlo. Mi mente no para de mandarles señales , pero estos no responden. ¿Qué ocurre? Decido apartar mi mirada del vaso para comprobar por qué mis brazos se niegan a obedecerme. Poco a poco dirijo mis ojos hasta mi hombro derecho, para poder después observar mi codo, mi antebrazo, mi muñeca y, al final, mi mano, pero…no están…mi hombro carece de esa extremidad a la que llamamos brazo.
Cierro los ojos con fuerza y los vuelvo a abrir, pero todo está igual: la parte derecha de mi cuerpo, donde antes sobresalía mi brazo acaba en mi hombro.
Inmediatamente, con un acto reflejo, ordeno a mi brazo izquierdo que se ale para investigar por qué carezco de esa extremidad, pero este tampoco me obedece y me temo lo peor.
Vuelvo a cerrar los ojos y giro poco a poco la cabeza hacia la parte izquierda de mi cuerpo. Abro los ojos y observo cómo mi hombro izquierdo carece también de una extremidad a la que sujetar. Recuerdo el sueño y dirijo rápidamente mi mirada hacia mis piernas, pero con un suspiro, compruebo que están ahí.
Mi cabeza empieza a colocar las cosas en orden. Reconozco la habitación. Me encuentro en un hospital. Miro de un lado para otro, nerviosa, con ridícula idea de encontrar mis brazos en alguna parte y poder, así, encajarlos en mis hombros como si fuera un puzle. Un puzle imposible de hacer.
La puerta se abre y aparecen mis padres. Mi madre se abalanza sobre mí inmediatamente, llorando, mientras que mi padre se acerca lentamente a la cama, acompañado de un señor de bata blanca que vería muchas más veces a lo largo de la semana, mi doctor. Observo los ojos de mi padre, suplicando la explicación de lo que me ocurre, pero en ellos observo algo muy distinto, fuerza, fuerza para afrontar los que se avecinaba.
No logro recordar nada del accidente. Uno de los días que paso ingresada, mi hermana tiene la fuerza suficiente para contarme que mis brazos fueron aplastados por un gran camión que estaba siendo conducido por un conductor borracho, que arrolló a más gente aparte de mí, en la Gran Vía del pueblo.
Mis días en el hospital son largos, no hablo con nadie porque no tengo ganas de ver a nadie. No para de llegar gente a la que quiero ignorar. La comida no me sabe a nada. Mis padres me hablan como si nada hubiera pasado, tratándome como siempre y se lo agradezco, pero de ahora en adelante se tendrán que gastar mucho tiempo y dinero en mí y eso lo odio. Mi hermana me ayuda a vestirme y no puedo evitar sentir vergüenza, como si fuera una niña pequeña. Ahora dependo de ellos.
Me paso horas mirando por la ventana pensando siempre en lo mismo. Qué hago yo ahora.
Salgo del hospital insegura, como si acabara de nacer, sin conocer nada. Me siento como una desconocida en mi propia casa. Todo lo que me parecía insignificante ahora me parece un mundo.
Al entrar a mi habitación mi mundo se derrumba.
En el centro, está mi caballete, decorado de cientos de pegatinas que había ido coleccionando. En él estaba apoyado el lienzo, que, una semana antes, había dejado allí para terminarlo. Me dirijo hacia él y mis pies chocan con la caja donde guardo todos mis pinceles y pinturas.
Noto como una lágrima resbala por mi mejilla y no puedo evitar derrumbarme. No había llorado desde que me desperté en aquella cama hace una semana. Mi vida, lo que más me gusta, gira en torno a la pintura, mis ilusiones, mis sueños. Ahora todo había acabado. No volveré a tocar los pinceles, ni a mezclar pinturas, ni a pintar imágenes en un lienzo, ni a dibujar, ni a escribir mis ideas, nada.
Miro el cuadro, del que no recuerdo que había dibujado. Un cielo azul. ¿Por qué había empezado dibujando un cielo azul? No lo sé. Sólo sé que no lo podré acabar. Parece tan real, como si los pájaros se movieran. Pero es solo pintura. Poco a poco se va formando en mi mente el resto del paisaje, con una pradera verde, flores por doquier y un gran sol que lo ilumine todo.
Es una señal. Me seco las lágrimas de los ojos. No me rendiré, habrá alguna forma de alcanzar mis sueños y lo primero es convencerme de ello. Me acostumbraré a llevar mi discapacidad como si fuera mi súper poder, para ello utilizaré mi energía, para seguir con mi vida adelante, aunque siempre con la ayuda de los demás, que muestran que están dispuestos a darme.
Lo lograré.

MARÍA CUERDA CLARAMONTE, 4º B

“Un rayo de sol ya penetra por la ventana. Llegó la hora de despertar para ir al instituto. Abro los ojos. ¡Qué pequeñita veo hoy mi habitación! Jajajaja. Abro la boca para bostezar y aparece algo largo y de color rosa con mucha rapidez. ¿Qué era eso? ¡Bah! Todavía estaré durmiendo y atontada.
Salto de la cama y voy a mirarme al espejo. Percibo un olor muy fuerte, como a…, como a…, anfibio? ¡Qué extraño! Por estos barrios no suele haber bichos de esos. ¡Qué asco me dan! ¡Puagggg! Me asomo al espejo, doy la vuelta antes para coger el cepillo para peinarme y….
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!!!
¿Qué?¿Qué? ¿Qué me ha pasado?
No podía ser. Empecé a tocarme la cara, brazos y piernas. Pero así era. Me había convertido en un asqueroso y húmedo sapo de tierra. ¿Y ahora cómo explico esto? Cuando mi madre me vea no me reconocerá.
En ese momento, mi madre entra en la habitación, me mira y sale corriendo, para volver en unos segundos, con una escoba. Me empieza a golpear con ella, me asusto. Trato de explicarle que soy yo, pero solo consigo que mi lengua de sapo salga sin emitir ningún sonido humano, lo que aumenta el miedo de mi madre.
De repente, mis hermanas entran y me miran. Observándome, se dan cuenta, no sé cómo, de que soy yo y le explican a mi madre que aquel anfibio asqueroso soy yo.
Mi madre deja la escoba y me observa fijamente con cara de asco e, inmediatamente, se lle va a mis hermanas y cierra la puerta con mucha fuerza.
Pasa toda la mañana. A la hora de comer, mi hermana pequeña me trae un puñado de mosquitos, a los que a mí, ahora, me saben a gloria.
Me como todo el plato y mi hermana, a eso de las cuatro, entra de nuevo para llevárselo.
Mi madre y mi padre, que ya sabía de mi nueva apariencia, no entraron. Es más, discutían todo el rato y segura estoy de que era por mí.
Pasaban los días y todo seguía igual. Mi hermana pequeña era la única que veía en todo el día y la que ordenaba y limpiaba la habitación.
Era doloroso ver cómo nadie de tu familia se preocupaba lo más mínimo por ti, solo una y lo hacía por pena, por ignorancia e inocencia. Era una niña pequeña.
Estando allí, unos cuantos meses, me di cuenta de que nada cambiaba, ya ni siquiera me daban de comer. Sabía que era una carga para ellos y que tenía que desaparecer de allí, de sus vidas.
Esa misma noche abrí la ventana de mi habitación y me tiré por ella.
Mi cuerpo húmedo, maloliente y esquelético quedó pegado al asfalto y, en ese mismo instante, dejé de respirar.
Morí. Morí sola, triste y apenada.

LUCÍA BLEDA MORCILLO, 4º B

21 nov 2011

¿Cuántos creyeron tener alguna vez el mando?

Publicado por Marina |

Cerró la puerta al pasar y se dirigió rápidamente al salón buscando el teléfono. Con satisfacción comprobó que tenía más de diez mensajes en el buzón de voz, y sin desplazarse un centímetro, casi sin respirar, comenzó a escucharlos con detenimiento. Tras dejar sonar tres voces distintas con mensajes similares perdió el interés, y con la frialdad de quien se sabe por encima del resto, eliminó el historial, sin dar tiempo si quiera a que acabase la reproducción.
Se acomodó en el sillón y encendió un cigarrillo, pese a que no fumaba. Puede que lo hiciese como símbolo de su victoria, o incluso de la plena libertad que a cada instante la envolvía con más fuerza, embriagadora. Sentimientos de tal magnitud crecían a pasos agigantados en su interior, tras haber dejado claro de un solo golpe dónde se encontraba ella y dónde lo hacía el resto.

Pasados unos minutos estalló a reír sin más, amargamente. ¿Quién dijo que la perfección trajese consigo un solo ápice de felicidad? Secundando a su plena satisfacción había estado agazapado el peor de sus miedos, que de pronto se materializó frente a sus ojos sin que ella pudiese hacer nada por evitarlo.
‘Bienvenida, compañera soledad.’
Sin fuerzas para odiarse, abrazó sus rodillas y lloró durante horas en aquel sillón. Los sollozos eran desgarradores y reflejaban una furia que habría hecho retroceder al más valiente de los soldados.

Poniendo fin a aquel sufrimiento, pasadas las cuatro de la madrugada atravesó con un puñal su propio torso. Quizás no le resultó tan difícil pues se sabía de antemano muerta en vida: mató a su alma y a su coherencia de igual manera, horas antes, incluso días, de cruzar aquella tarde el oscuro umbral de su vestíbulo.


hayqfollarsealasmentes.blogspot.com

17 nov 2011

¿Para qué quieres un sombrero?

Publicado por Antonio Andújar Tomás |

4 nov 2011

LA VISITA DE JOAN MANUEL GISBERT

Publicado por isabélica |

DISTINTAS IMÁGENES DEL ENCUENTRO...








El día 3 de noviembre tuvimos el honor de asistir a un encuentro con el autor catalán, Joan Manuel Gisbert, autor de numerosas obras literarias dedicadas al público juvenil. Este encuentro estaba dirigido a los alumnos de 3º y 4º ESO de nuestro centro que han creado un club de lectura en la Biblioteca Municipal, así como a los alumnos de 3º y 4º de Diversificación, que tienen en su curriculum lectivo una hora dedicada a la lectura.
Todos ellos habían tenido que leerse previamente una obra de este autor. Los ejemplares fueron prestados por la Biblioteca, que era quien organizaba el evento.
El autor se mostró en todo momento simpático con su público (asistieron alumnos de otros centros, de La Compañía de María, del colegio San Rafael..., además del nuestro) y muy accesible. Se trata de un hombre bastante histriónico, que imprime a su actitud un aire un excéntrico, que encandila al que lo escucha y su locuacidad no tiene límites.
Después de su interesante e imaginativo monólogo de casi una hora, permitió a los chicos que le hicieran preguntas. Al principio, estos se mostraron tímidos y recatados, pero pasado el primer momento de incertidumbre, se pelearon por coger el micrófono y acribillar al autor con múltiples e interesantes cuestiones sobre su obra, su inquietud artística, etc. A las que él respondió con mucho sentido del humor. En la segunda y tercera foto publicadas más arriba, podemos ver la imagen de nuestra valiente reportera: Judit Cuerda, quien se atrevió a enarbolar el micrófono y preguntarle al autor el porqué de su dedicación a la literatura juvenil. Gracias a su valentía, recibió un pequeño obsequio: un marcapáginas que subió a recoger al escenario y que muestra orgullosa en el hall del instituto.
Y en eso consistió, básicamente, nuestra actividad cultural de ese día. Fue un éxito, sobre todo si consideramos que esta propició que los alumnos se leyeran un libro más y que tuvieran la oportunidad de ver en carne y hueso, e incluso, dialogaran con el autor de ese libro.
Lo mismo eso les incita a continuar por los caminos de la lectura.























































Publicado por Maria Cuerda |

La vida es como un cuento, por que sabes como va ha empezar...
Naces, te fijas en todo lo que hacen tus padres, lugo en lo que hacen tus hermanos y otros familiares, hasta que te haces independiente y haces lo que te da la gana.
Pero a partir de ahi, no sabes que es lo que tienes que hacer, por que estas solo, tu y tu libertad...
Por que tu decides que es lo mejor o lo peor, sea bueno o malo, ya que al fin y al cabo, es tu razon de ser.
Ojala y fuera un cuento....por que todos tienen un final feliz :)

14 oct 2011

BLOG SOBRE KAFKA

Publicado por isabélica |




http://carlotabloom.glogster.com/la-metamorfosis-de-franz-kafka/

11 oct 2011

FRACTAL POESÍA JOVEN ALBACETE

Publicado por isabélica |



EL LLANO EN LLAMAS
Así se encuentra nuestra tierra en los últimos tiempos: en llamas. Bulle de ideas, de creadores y artistas de todas las disciplinas que no paran de organizar eventos, de publicar antologías, de organizar festivales, conciertos...
Y entre los días 5 y 8 de octubre, arropado por el ABYICINE, ha nacido FRACTAL, UN festival de poesía, organizado por el ya conocido y laureado Andrés García Cerdán y sus secuaces.
Durante estos días ha habido de todo: la presentación de una hermosa Antología, cuya portada podéis ver en la foto, una sesión de Videoposía que tuvo lugar en el Cine Capitol, exposiciones de fotografías, Cafés Literarios en el Indiano, Lecturas en Librerías, en el Nido del Arte, Cañas Poéticas en el Shangrilá Bar, en el Museo de la Cuchillería...en fin, un lírico despliegue de actos que han hecho las delicias de todo aquel que ame la poesía.
Así, como dice, Andrés en el hermosísimo prólogo que ha realizado para la mencionada Antología:

""El llano está en llamas. Los poetas han venido a incendiarlo y lo han incendiado. La poesía ha llegado para quedarse y arder como arde lo que arde de verdad. No es en vano que la poesía sea fundamentalmente verdad, quizá la única verdad a que podemos aferrarnos: belleza, música, inteligencia, rebeldía. Los sucios tiempos que corren nos obligarían a hacer una amplia reflexión sobre lo que no es poesía, pero aquí no diremos ni una sola palabra del asunto. la realidad es mucho más hermosa que lo que nos quisieran vender como real. La verdad solo puede ser poética.El poema flota como una llama sobre el lodazal"

¿Qué más se puede decir? Pues eso, regalaros un poema.
Este que aquí os transcribo pertenece a Carol Gómez Molina, una poeta albaceteña, que ya ha recibido algún que otro premio y publicado alguna de sus obras.
Este poema, en concreto, se llama

LA CASA DEL PINTOR

Te persigo por todos los rincones polvorientos
mientras cuelgas con martillo retales vivos
verdaderas mentiras verdaderas.
Estela de polvo blanco.
Quiero soplar el polvo y que aparezcas
con pinceles y paleta entre tus manos.
Te empeñas en escapar de entre mis dedos
aprovechando que soy de leche
y que me agrio si no te veo.
La casa está muy sucia y sola,
las persianas han caído con mis párpados.
Nos dejas a oscuras a mí y a los fantasmas,
mientras ondeamos todos pañuelos blancos





4 oct 2011

VUELTA A LA VIDA

Publicado por isabélica |







HOLA A TODOS LOS SEGUIDORES DE ESTE BLOG, QUE SE PONE DE NUEVO EN MARCHA COINCIDIENDO CON EL INICIO DE ESTE CURSO Y DE ESTE NUEVO PROYECTO DEL PLAN DE LECTURA.
SOFÁ DE LECTURA NACIÓ CON LA INTENCIÓN DE QUE TODOS LOS QUE SIENTEN INTERÉS POR LA LITERATURA Y EL ARTE EN GENERAL, PUEDAN COMPARTIR SUS VIVENCIAS, SUS LIBROS, SUS EXPERIENCIAS, SUS CREACIONES, SUS VIAJES... A TRAVÉS DE ESTE ESCAPARATE.
DE MOMENTO OS ANIMAMOS A PARTICIPAR Y OS CONTAMOS LA PRIMERA ACTIVIDAD QUE SE HA LLEVADO A CABO ESTE CURSO:
El lunes día 3 de octubre participamos en la nueva edición de ABYCINE, en la sección MI PRIMER ABYCINE. Acudimos al pase de siete cortometrajes, especialmente seleccionados para alumnos de ESO y Bachillerato.Nuestros alumnos, en total 50, eran de 4ºESO y 1º BACHILLERATO. Y parece ser que se lo pasaron bastante bien, a juzgar por los aplausos que seguían a cada uno de los cortos.
Las profesoras acompañantes éramos tres: Rosa, Blanca y yo, Isabel. Las tres del Departamento de Lengua.
Una vez acabado el visionado de los cortos, visitamos la exposición de fotografía, EL TIEMPO AMARILLO, que se encontraba en el Centro de la Asunción. En ella se narraba a través de imágenes 50 años de evolución en los diferentes empleos. Era interesante y las fotos, en general, muy buenas.
La mañana, pues, fue completita y yo creo que muy amena.
Ahí os dejo unas fotos para que podáis reconoceros en ellas.
Hasta muy pronto
Isabel Berruga

7 sept 2011

Medio pan y un libro

Publicado por Francisco M. |

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.


Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre', piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!' Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura'. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Representación teatral de los alumnos de 4º ESO en el Colegio "Martínez Parras"

2ª Parte de la Representación teatral